Cada vez que Studio Trigger concibe un nuevo anime, se abre ante nosotros un mundo de magia y locura con grandes posibilidades de convertirse en una obra de culto. Ya desde Kill la Kill, un sinsentido de historias atrapan por completo nuestra atención como si se tratasen de nuestro primer anime. La fusión de un estilo de animación brillante y dinámico junto a un argumento caótico pero único, ha permitido dotar al estudio de una notable personalidad sin igual que agita a la comunidad cada vez que realiza su próximo movimiento.
Hace no más de una semana le di una oportunidad a la serie que llevaba resistiéndoseme desde 2018, DARLING in the FRANXX. Han pasado ya casi 4 años, pero mejor tarde que nunca. Conociendo algún que otro spoiler y los rumores que se difundían sobre el gobierno japonés metiendo propaganda de por medio, se presentaba el momento perfecto para juzgar por mí mismo que es lo que convierte a DARLING in the FRANXX en un producto del cual se sigue hablando hoy.
El primer episodio del anime es una introducción estelar. Presentación completa del mundo y personajes, despunte de una increíble banda sonora muy característica del estudio, elementos de intriga unidos a una carismática Zero Two, la cual se convertirá en la cara de la serie, y por último pero no por ello menos importante, un combate frenético que pone el nivel de animación por las nubes. Si bien también aparecen elementos que pueden llegar a ser cuestionables o de poco agrado (¿por qué Hiro, siendo un personaje que transmite tan poco, ocupa un rol tan sumamente importante?), estos pueden quedar opacados por el impacto emocional que supondrán los pilares tremendamente sólidos de la promesa que significa DARLING in the FRANXX.
Como es costumbre tras un prólogo tan bestial, el nivel bajará temporalmente para poder centrar la atención del espectador en un desarrollo de mundo más sosegado. Aquí es cuando se nos introduce uno de los atractivos principales de la serie, la relación entre los personajes principales que nos acompañaran durante todo el anime. Este aspecto que puede resultar un movimiento muy común en casi cualquier obra narrativa destaca especialmente en Darling. Nuestro dinámico grupo principal está compuesto por una serie de adolescentes carentes de educación emocional, completamente desconectados del mundo real y con las hormonas disparadas. El combate es por y para lo único que han crecido aparentemente y su único deseo es el de proteger a una entidad superior conocida como “Papa”. Este setup de ideas contribuye a una atmósfera de misterio doble pues nos generará dudas de un mundo desconocido y fascinante y de una conexión adictiva e inestable establecida por los protagonistas. Por supuesto, no sería Studio Trigger si el anime no contase con grandes dosis de acción materializadas en forma de dinosaurios colosales de estética futurista que amenazan el único modelo de vida que el ser humano parece conocer.
¿Quiere DARLING in the FRANXX limitarse a estas herramientas para mantenernos aferrados a la pantalla? Por supuesto que no. Como ya he mencionado antes, Zero Two juega un papel que le convierte en la estrella de la serie. Contiene la profundidad suficiente como para alterar cualquiera de los aspectos de la serie a su merced. Descifrar a Zero Two supone entender Darling, por ese motivo, se convierte en la singularidad que mantiene el argumento refrescante. Si Zero Two decide crear un ambiente hostil con sus compañeros, lo va a crear. Si Zero Two quiere buscar una matanza caótica entre humanos y Klaxosaurios, la va a encontrar. Sí, es cierto que el desarrollo de Zero Two esta condicionado por el de Hiro y viceversa, pero eso solo añade complejidad a un personaje que muestra una lucha interna por mantenerse humana y cercana a su compañero, o bien desatada por sus instintos letales con tal de lograr un objetivo que, tanto el espectador como ella sabe perfectamente, carece de sentido. Matar Klaxosaurios no la convertirá en humana, de hecho, el mundo de DARLING in the FRANXX parece haber olvidado que significa ser humano.
Por supuesto la luna de miel no durará para siempre. Múltiples agujeros argumentales comenzarán a picar una vez nos adaptemos a la mecánica de la serie. Nos daremos cuenta de que muchas interacciones entre los protagonistas parecen misteriosamente forzosas e incluso algunos personajes comenzarán a romperse durante el trayecto, ¿a causa de lo que significa ser adolescente? Puede ser… quizás solo sean males necesarios, o eso pensaba hasta que se presentó una escena maravillosa en el capítulo 10 “La ciudad eterna”. El pequeño momento que comparten Zorome y la que parece ser su madre, significa muchísimo más para el espectador que la gran mayoría de momentos cargados de pomposidad que comenzarán a saturar el anime. La serie tiene capacidad suficiente para dejarnos temblando a nivel emocional, pero… ¿Por qué no lo hace?
Recordáis aquellos rumores que he mencionado sobre el Gobierno japonés metiendo mano en la producción del anime, pues bien, aunque son muy poco realistas y lo más probable es que se trate de una cuestionable dirección de guion, lo cierto es que Darling cambia, y no para bien.
La intensidad comienza a bajar a partir del episodio 16 tras una longeva batalla espectacular y bastante reveladora. Entramos en un arco que trata de profundizar en la faceta emocional del ser humano. El amor florece fuertemente entre dos personajes, Kokoro y Mitsuru, cuyo papel ha ido ganado relevancia con el transcurso de los episodios. Existían múltiples formas de abarcar este nuevo conflicto. Trigger se ha enfrentado a situaciones mucho más polémicas respecto a la sociedad japonesa y ha sabido salir ileso de todas ellas mediante conceptos originales, creativos y deslumbrantes que no han saturado aquello que quieren expresar. ¿Cuál es la respuesta a este conflicto de amor que viven dos adolescentes inquietos y abrumados por la situación? Pues… Kokoro encontró un libro y ahora quiere tener un hijo, no, además también quiere una boda. Desde este punto del anime hasta la última batalla, el argumento girará únicamente entorno a esta respuesta.
¿Recordáis cuando en Kill la Kill se trató la homosexualidad entre mujeres en un campo de batalla físico y mental donde Ryuko luchaba contra sus antiguos compañeros a la vez que quedaba sometida a una boda imaginaria en lo más profundo de su mente? Mako, la chica por la cual se revela más tarde que la protagonista, tiene sentimientos, irrumpe en lo más profundo de su ser y la libera de un sistema tradicional que no le dejaba ser como ella es en realidad. Y sucede de la forma más cómica y entretenida posible. Colándose en aquella iglesia imaginaria para acabar con la ceremonia poniéndole un traje parlante que chupa sangre y afirma ser su amigo.
Que un mensaje de amor y unidad se solucionase mediante la forma más simple y aceptada de formar una familia, pudo ser el motivo por el cual la comunidad se agitó. Y si bien es cierto que no se trata de un desarrollo inaceptable, la cantidad de esfuerzo que dedica el anime a este arco argumental da que pensar.
Dedicar un parte considerable del anime a la relación entre Kokoro y Mitsuru, pudo pasar factura en los episodios finales, donde todo parece apresurado y sin sentido, apoyándose en un único episodio de refuerzo sobre el pasado de la humanidad que puede parecer insuficiente. ¿De verdad era Studio Trigger el que estuvo detrás de todas estas decisiones? Esa es la duda que persigue a la comunidad y da que pensar.
En resumen, no quiero engañar a nadie, es un anime maravilloso y totalmente recomendable. Con más puntos a favor que en contra, una experiencia inolvidable y muy sentimental nos acompañara en todo momento, pero también abre un apartado de reflexión y crítica que no debe pasarse por alto.
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