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Reformas y reglas; después de la guerra toca chinchar: Ruusan, parte 2.


Allá que iban los Jedi felices a rematar a los que quedaban de los malos (según ellos mismos), victoriosos y agotados, porque si no reciben ayuda del bando contrario, pues que ahí siguen no os quepa duda.

Paralelamente, resulta que los Sith ya se sienten perdedores y dicen, con dos cojo… sith´ari, aquí se muere matando, que somos los más malos, y les vamos a quitar el bocadillo a estos empollones.


La primera en la frente para Hoth y sus colegas. En la cueva donde se habían atrincherado los Sith, explotan una bomba de pensamiento, una perturbación de la Fuerza muy muy muy chunga que te carboniza y atrapa tu espíritu para la eternidad (chúpate esa piedra filosofal).

¿Balance de la explosión? Todo ser sensible a la Fuerza en un radio determinado, o se vuelve loco, o se ve atrapado por ella…que majos estos Jedi asegurando el perímetro antes de entrar y que listo ese tal Dessel que fue el que convenció al los Sith de inmolarse y acto seguido se largo por patas en busca de un aprendiz para legarle todo lo que sabía.

Lo dicho, cada mynok a su nido y toca hacer recuento. Nada bueno puede salir de la política. Resulta que durante muchos cientos de años los Jedi eran los Cancilleres Supremos de la República y lo controlaban todo. Nada de humildad, mediación ni cosas de esas mundanas, ellos a sus guerras y a sus riquezas, que tenían muchas. El caso es que el Senado galáctico, que no valía para mucho por esas, se cansó de tener a una panda de belicosos al frente de sus votantes, por lo que cogieron a un aristócrata con un poco de cabeza y le pusieron a mandar (algo así como lo que quería hacer Marco Aurelio con Máximo en Gladiator, solo que al Senado galáctico le salió a medida). Tarsus Valorum, que así se llamaba el susodicho, les dio un abrazo a los Jedis en su regreso y acto seguido, pues la segunda en la frente y eso que la primera aún escocía.


La Gran Reforma de Ruusan le llamó, y es que se despachó a gusto. Mandó a los Jedi al rincón de pensar, les disolvió las Fuerzas Armadas, les puso de mediadores en conflictos (para ver si se recuperaban porque les tenían muchas ganas), y lo más bestia…les puso bajo una “comisión del Senado” (no importa de que universo seas, eso duele). Pues a estos chicos, lo primero que se les ocurre es proponer que, ya que no pueden matarse con los Sith, pues que a partir de ahora los sensibles a la Fuerza desde su nacimiento, pasan a ser propiedad de la Orden Jedi. Debieron de pensar que las madres galácticas con menos estrés les iban a mirar con mejores ojos y eso que esa clase de sentimientos, estos chiquillos, los tienen vetados.

Es decir solución Jedi, o liarse a espadazos, o controlar a los que les pueden hacer la competencia, desde luego resolutivos son los hideputas.


Estábamos hablando de los “buenos”, que esperar de los malos. Vamos a resumirlo que si no…no acaba esto nunca y tampoco es plan. El joven Dessel era minero en Apatros, un mundo así como perdido de la República. Este muchacho era conocido por sus arrebatos frenéticos (como matar a su padre, lo normal) y tenía una tendencia a ganar a las cartas justo cuando la partida estaba más emocionante. Me explico, cuando los sentimientos fluían en él, como que se volvía muy hábil. ¿Qué faltaba para tener el cóctel perfecto? Unos oficiales republicanos un poco pasados de copas y que encima pierden una pasta contra nuestro amigo. ¿Solución? Esperarle a la salida y cascarle, pero claro, no es fácil contra un armario de 4x4 que encima siente la Fuerza. Recuento, dos oficiales muertos y un minero saliendo por patas a perderse como soldado de los Sith, porque claro, eso de vivir en una mina esclavizado/endeudado para una corporación “legal” y que la républica solo se pase para reclutarte…llamadme loco amigos lectores, pero no es muy popular, y si hay que elegir, pues por lo menos los otros vienen a tocarles los…midiclorianos.


Ya os contaré la historia de este chico más en profundidad, basta decir que pronto le reclutaron como futuro Lord Sith de la Hermandad Oscura de Kaan, pero claro con tanto acceso al conocimiento de los grandes maestros de la orden y teniendo a los actuales jefes obsesionados en que solo se trata de darse puñaladas y tomar la República…pues claro, nuestro amigo Dessel, (rebautizado como Bane en la orden) que era excepcional, se le quedó corto esto de la Hermandad y sus tramas de colegio.

A través de una serie de viajes y acontecimientos, Bane descubre dos hechos muy importantes en los Sith, uno a consecuencia de otro: que el objeto de los Sith es ejercer el poder hasta que alguien más fuerte pueda derrocarte y te sustituya, y que por lo tanto, no puede haber hermandades ni consejos, ni nada que se le parezca. “Solamente debe haber dos, uno para ostentar el poder y otro para ansiarlo”. La explicación más sencilla y supremacista no puede ser, pero tampoco más real y absoluta. Históricamente todas las hermandades y consejos han fracasado debido a guerras internas, traiciones, etc. Pues Bane, decide que con todo lo que ha aprendido, no hay más Sith que el mismo (que para chulo...mi...) y nadie le puede hacer frente, así que se auto-proclama Darth Bane (Darth: señor supremo de los Sith) y barre a sus viejos camaradas del mapa galáctico, con la Bomba de Pensamiento, esa que era tan chunga.

Ya tenemos un miembro de la ecuación, falta el segundo que si no, salen decimales. Rain, o Zannah, como queráis llamarla, una niña de pocos años que al ver como los Jedi matan a su “mascota” en Ruusan (por inútiles), solo con pensarlo le rompe el cuello a dos jedi y a su pelotón. Y que casualidad, justo pasaba Bane por ahí escapando de la Bomba que acababa de reventar. Venga que ya somos dos, pero te lo tienes que ganar día a día, dejó claro Darth Bane a Zannah. Mal no salió ya que en los siguientes años este binomio montó una trama de espías, banqueros, mercaderes, políticos y demás submundo. ¿Objetivo?, allanar el camino a los siguientes en la Dinastía de la Nueva Orden Sith para gobernar la Galaxia. No importaba cuanto tardaran, ni que hiciere falta para lograrlo, solo había que mantener la única Regla, “siempre debe de haber dos”. Como anécdota decir que el tío este tan fuerte y tan Sith el, se tiró más de una década para intentar crear un holocrón, pero que no había manera, se las vio de todos los colores. El que la sigue la consigue eso sí. Y si no, que se lo digan a Palpatine.

Y con esto, queridos amigos frikis, concluyo mis relatos de Ruusan. Espero que os hayan gustado, y que hayan arrojado un poco de luz. Pronto veremos más planetas y más sucesos, creedme que dentro de poco nos contratan de guionistas para la franquicia.


PD: A Lucas, Disney y su canon me los paso por la espada láser, para mí todo es Star Wars y todas son historias magníficas, solo hay que querer disfrutarlas. Que la Fuerza os acompañe.


Gracias al equipo de Gamotakuniverse y a vosotros lectores por hacer esto posible.


Alassdair

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