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Snowpiercer: primera temporada (crítica y análisis con spoilers).



Snowpiercer o Rompenieves, es una producción estadounidense estrenada en 2020 en la plataforma Netflix. No se trata de un producto original ya que existe un precedente en forma de largometraje con el mismo nombre, que fue estrenado en 2013 y dirigido por Bong Joon-ho. A su vez, ambas obras se basan en la novela gráfica francesa Le Transperceneige (1982), creada por Jacques Lob, Benjamin Legrand y Jean-Marc Rochette.


El argumento de esta ficción postapocalíptica es simple pero funcional. Tras una guerra, la Tierra se sobrecalentó derritiendo los polos. Los científicos trataron de enfriarla pero, en su lugar, la congelaron sumiendo a la humanidad en una nueva era glacial. El señor Wilford, viendo la situación, decidió crear un tren con mil y un vagones que actuase a modo de arca. Naturalmente, no toda la humanidad tenía billete para acceder a este lujoso ferrocarril y muchas personas lo asaltaron llenando el Rompenieves de polizones.


La serie arranca seis años después de la puesta en marcha del Rompenieves, en el que claramente vemos reflejado la sociedad actual, solo que viviendo sobre raíles. De esta forma tenemos a los pasajeros de primera clase, con toda clase de lujos, a los de segunda clase, a los de tercera y finalmente a los polizones, que reciben el nombre de colistas y que carecen de todo tipo de bienes y derechos. Con ese sistema de clases, solo era cuestión de tiempo que estallase una revuelta y efectivamente, en el primer capítulo ya nos informan de que ha habido varias rebeliones a lo largo de estos seis años.


La producción va a contar con dos protagonistas indiscutibles: Melanie Cavill y Andre Layton. La primera es la jefa de asistencia y principal portavoz del señor Wilford, aunque ya desde el primer capítulo sabemos que hace de alter ego de este caballero. El segundo es un antiguo inspector de policía que vive con los colistas y que actúa como líder de los mismos. Como es de esperar, junto a estos protagonistas se tejerá una red de personajes secundarios que, más allá de dotar de mayor profundidad a la pareja principal, poco aportan. Quizá destacaría el creciente papel que la familia Folger (pasajeros de primera clase) va a ir jugando conforme pasan los capítulos.



La trama empieza con un asesinato en tercera clase. Al no haber personal cualificado para investigarla, se recurre a sacar a Andre de la cola por ser el único inspector. En un tren con unas tres mil personas (según la serie), ya es extraño que el único inspector sea un colista y más aún cuando el Rompenieves cuenta con dos cuerpos de seguridad: los soldados y los guardafrenos. Rarezas a parte, la investigación dura los cuatro primeros episodios, siendo la conclusión que el asesinato ha sido perpetrado por un pasajero de primera clase. Esto servirá de caldo de cultivo para una nueva revuelta, pero esta vez, de la tercera clase contra la primera. Al mismo tiempo, en el transcurso de su investigación, Layton descubre que Melanie se hace pasar por Wilford, lo que le lleva a ser encerrado en los cajones (una especie de cárcel que mantiene a sus inquilinos en suspensión sensorial).



En un juicio pantomima, se iba a condenar a la culpable de los asesinatos, Lilah Folger Jr., pero tras desvelar públicamente que conoce secretos del señor Wilford, es condenada a permanecer bajo custodia de sus padres. Dado que esa sentencia es prácticamente absolverla, no se tardará en crear un descontento generalizado en la tercera clase. Mientras tanto, paralelamente al juicio, Layton es liberado de los cajones y comienza a urdir una alianza entre los colistas y los viajeros de tercera clase. Por otro lado, en primera clase se fragua un motín contra Melanie, cuyo detonante será el descubrimiento, gracias a una filtración de información por parte de Layton, de que el auténtico señor Wilford murió cuando arrancó el tren.



La rebelión estalla a ambos lados del Rompenieves en el episodio ocho. Por un lado, la primera clase encabezada por los Folger y apoyada por los soldados capturan a Melanie y tratan de tomar la máquina. Por otro lado, Layton lidera un ataque con los colistas y la tercera clase con el mismo objetivo. La revuelta llega a un punto muerto y es en ese momento cuando Melanie logra escapar y se une a la tropa de Layton. Juntos desenganchan siete vagones donde estaban la mayoría de los soldados, la familia Folger (salvo Lilah Jr.) y los prisioneros colistas de esta revuelta. Finalizada esta especie de guerra sobre raíles, Melanie cede el gobierno del tren a Layton quien se propone crear una utopía. Sin embargo, este intento se quedará en la nada ya que al final de la temporada, un nuevo ferrocarril, supuestamente dirigido por el señor Wilford, se engancha y aborda el Rompenieves, dejándonos con un cliffhanger de manual.



En general, la serie peca de unos escenarios poco creíbles en algunos casos por lo espaciosos que son. Recordemos que estamos en vagones de tren, que aunque han sido modificados para ser más espaciosos, lo que hay es lo que hay. Otro tema es la distancia, que con unos mil y un vagones, yo he calculado que la longitud del tren debería oscilar entre 200 y 300 km y no los 16 km que nos dicen en la serie. Si ya de por si la longitud es inverosímil y difícil de creer, peor es el hecho de que los personajes anden distancias tan colosales (aunque sean 16 km) en cuestión de minutos. Por supuesto, no digo que todos los pasajeros anden esas distancias pero por citar un ejemplo: Ruth Wardell, subordinada de asistencia de Melanie, en numerosos planos aparece tan pronto en primera clase como en la cola.



Todo aficionado al género postapocalíptico sabe que uno de los pilares angulares de esta temática es la gestión de los escasos recursos. Si bien en esta producción está presente, tiene un protagonismo menor del que seguramente tendría en un escenario real. Aparentemente, no tienen carencias de nada y las que tienen, no parecen importarles demasiado por la actitud que muestran. Una pena ya que saca al espectador del trasfondo. En cualquier caso, a pesar de sus defectos, creo que esta obra de ficción puede resultar bastante atractiva para los amantes de la temática postapocalíptica.


En conclusión, la serie gira en torno a los dos protagonistas principales relegando al resto del elenco a un segundo plano y, aunque algunos de estos mueren, resulta difícil empatizar por su pérdida. Respecto a la ambientación, aunque mejorable y cuestionable en algunos aspectos, cumple con el trasfondo narrado en el primer episodio. Por último, la buena noticia es que ya se está emitiendo la segunda temporada y ha sido renovada para una tercera, con lo que parece que nuestro viaje por esta nueva era glacial continuará.



Un saludo.

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