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Foto del escritorKOROSENAI

Fallout me ha enseñado que he estado jugando bien a los RPGs.


En los últimos años hemos tenido un apogeo audiovisual presenciando nuestros videojuegos favoritos transformados en series de imagen real con actores de alta reputación. Este acontecimiento podemos observarlo en las novedosas series como Halo, The witcher, The last of us y las más reciente incorporación, Fallout.


Con más o menos acierto, buscan acercar a la gran pantalla el increíble mundo que cada videojuego ha creado, sorprendiendo con nuevas historias de nuestros personajes favoritos, expandiendo los ricos mundos ya concebidos o simplemente dando una vuelta de tuerca a las crónicas ya creadas con un nuevo enfoque. Una muestra de esto último podemos encontrarla en la serie de Halo, donde los productores, inspirándose en el universo creado por la empresa de videojuegos Bungie, imaginan una versión alternativa de nuestro querido Jefe Maestro donde está todo el tiempo quitándose el casco y la mitad de la serie ni siquiera lleva la armadura puesta.


A pesar de todo ello, ningún rodaje ha sido capaz de captar la esencia última de los videojuegos, que consiste en que el espectador, ya sea como jugador o cinéfilo, se sienta protagonista y parte de la historia. En los videojuegos esto se consigue muy fácilmente. Ya sea porque las decisiones y el camino de nuestro personaje los elijamos nosotros o, como se hacía antiguamente, la cámara se situaba en los ojos del personaje, también conocido como “visión en primera persona”. Sin embargo en las series o películas, lograr este sentimiento de protagonismo es más difícil. Los condicionantes artísticos y la limitaciones de la propia industria consiguen que las versiones audiovisuales de los videojuegos se conviertan en simples cinemáticas de larga duración. Cinemáticas que, como sabemos, muchos jugadores omiten en los videojuegos ya que rompen la continuidad de la acción. Varias realizaciones cinematográficas lo han intentado pero más como un mero guiño que como el objetivo final. Un caso aislado representativo lo vemos en la película de 2005 de DOOM, cuando el personaje interpretado por el actor Karl Urban coge un rifle y a continuación presenciamos una escena como si fuera el propio juego DOOM con la vista centrada en el arma.


En las series o películas, lograr el sentimiento de protagonismo es más difícil.


No obstante, hay una serie que, sin llegar a sintonizar del todo con este sentimiento de identificación, ha conquistado una sensación con la que muchos jugadores vinculan cuando juegan a un videojuego, sobre todo a un videojuego de la categoría Role-playing game, o RPG. Esta emoción no es otra que la no linealidad de nuestros actos y los encontronazos aleatorios. Y la flamante serie que lo ha conseguido es la maravillosa recreación del Yermo llamada Fallout.


Para los que no lo conozcan, el videojuego Fallout, al igual que su serie, se ambienta en un futuro postapocalíptico donde dos potencias mundiales decidieron lanzarse mutuamente una lluvia de misiles nucleares, dejando al mundo desolado y lleno de radiación. Tan solo los pocos que pudieron costearse un refugio nuclear y unos escasos afortunados de la superficie han sobrevivido a tal catástrofe. Encarnando a un heredero de los refugios, exploraremos el yermo nuclear en post de un objetivo, el cual varía de juego en juego.


Sin hacer mucho espóiler, en la serie Fallout de Amazon la protagonista decide salir del refugio para buscar a su padre, el cual ha sido secuestrado. Hasta aquí el argumento normal como en cualquier serie. No obstante, una vez que sale del refugio, nuestra protagonista se verá desviada de su camino principal más de una ocasión, llegando incluso a tener que priorizar en ciertos momentos una misión secundaria en post de su supervivencia.



Para una serie estándar, desviarse de su trama principal es un hecho insólito, ya que provoca la perdida de interés por parte del espectador, el cual piensa que es relleno para alargar la serie. Sin embargo, en la serie de Fallout es necesario, ya que en eso consiste la propia alma del videojuego que encarna. En que nuestro personaje salga del búnker con una idea clarísima y lo primero que te encuentres sea una ciudad con una bomba nuclear sin estallar en medio de la misma. Tu curiosidad como jugador te llevará a investigar acerca del suceso y te conducirá finalmente a una misión secundaria donde incluso deberás decidir si haces estallar la bomba, destruyendo por completo la ciudad de forma real, es decir, que en el juego no podrás acceder a ella nunca más, o desactivar por completo la carga explosiva.


Para una serie estándar, desviarse de su trama principal es un hecho insólito.

Y para cuando te has dado cuenta, llevas 20 horas de juego, has necesitado ir recolectando material y armas para poder completar tu misión y has tenido que recorrerte medio mapa en dirección contraria a tu objetivo principal. Y tú pobre padre esperando.



Todo jugador ante este suceso se hace la misma pregunta: ¿Estoy jugando bien al juego? ¿No debería primero ir completando la misión principal y dejar a un lado las misiones secundarias o hacerlas de forma voluntaria? Pues la realidad es que si solo te centraras en la misión principal, por un lado estarías perdiendo muchísimas información acerca de la trama, incluso de la historia principal, y por otro que muy posiblemente no seas capaz de completar las misiones principales porque no tengas el nivel o el equipo necesario para completarlo.


Junto con una buena elección de actores y una suculenta realización de efectos especiales, redondean para mi opinión, la única verdadera serie que podría decirse que realmente está basada en un videojuego. Fallout te dejara el corazón en llamas y hará que quieras revivir tus momentos favoritos escuchando Radio Galaxia mientras escapas de un Deathclaw.

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